Collar de ámbar, nuestra experiencia.

30 agosto 2015


Yo soy una de esas mujeres escépticas. De esas que no suelen creerse todo lo que les dicen, a no ser que puedan verlo con sus propios ojos.

Antes de tener al cachorrito, había visto a cientos de niños con el famoso collar de ámbar. Ya me había encargado de consultar a mis amigas mamis, y me aseguraban que era fabuloso para combatir el dolor que producía la dentición a los pequeños.

Mambru



Sinceramente, no me lo creía, por más cercanos que fuesen los casos que me aseguraban que funcionaba, no podría creérmelo. Tan poca "base científica" en un objeto decorativo atado al cuello de un bebé, no me lo creía.

Y un día fui madre. Y de repente ese día quedó atrás, y a mi hijo empezaron a salirle los dientes. Y llegaron las noches en blanco llenas de llantos desesperados. El bebé lloraba desesperado, malhumorado y deseaba morder todo lo que se le ponía por delante. Ni los mordedores tradicionales ni los de frío no le calmaban demasiado. Así que por muy escéptica que fuese en su día, agaché la cabeza y fui por media isla buscando uno de esos dichosos collares de ámbar. Esos collares que dejan dormir a la familia entera, y lo más importante, hacen que el bebé deje de sufrir esos dolores y molestias por la salida de los dientes.

Encontré de todo, collares de ámbar en versión sintética (es decir, falso, simple plástico), collares de ámbar a 50, 60 y 70 euros (cosa que me parecía un robo), y finalmente encontré en un centro natural que me recomendó un homeópata, conocido de la familia, uno de ámbar original, por un precio razonable de 19 euros.

Bien, desde entonces, hace más de año y medio, y  hemos tenido varias malas noches por dientes, pero no las terribles noches que cuentan algunos amigos. Por supuesto ha habido otras causas que no nos han dejado dormir, pero pensamos que ninguna ha sido por tema dentición. 


Ojo!. Cosas a tener en cuenta:

  •  Con el collar hay riesgo potencial de estrangulamiento si el bebé se engancha.

  • Hay mucho listillo suelto, con ganas de vender humo, un humo que quizás nosotros hemos comprado, sí, por probar, pero no a un precio desorbitado como los que estoy viendo por internet. Todo es cuestión de las ganas de vender que tengan unos, y las ganas de creer en duendes que tengan otros.

  • Se suele poner bajo la ropa. J. ya está tan acostumbrado a él que apenas le hace caso.

  • El bebé puede morder el collar, y por lo tanto caerse las bolitas que lo componen, con su riesgo de atragantamiento.



Sigo sin entender la actividad analgésica que puede tener un collar, ya sea de ámbar o de rocas de la luna. No sé si realmente será que funciona, o si deseé tanto que funcionase que ha tenido efecto placebo, o si mi hijo está pasando esta etapa "de los dientes" más leve que otros pequeños. Pero lo que es verdad es que a nosotros la dentición de J., no nos está machacando tanto como a la gente de nuestro alrededor. Aún así lo sigue llevando puesto, y de momento no se lo voy a quitar.


Espero que esta entrada os haya ayudado.



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